Diagnóstico provisional

Diagnóstico provisional

[27/01/2018]

Maurice Obstfeld es un señor larguirucho que gasta unas enormes gafas de pasta. Es el director económico del FMI, el hombre que supervisa los diagnósticos que hace esta institución de la economía mundial y de cada país. El 10 de octubre pasado, Obstfeld presentó en Washington las previsiones semestrales del Fondo para España. Dijo entonces dos cosas. Una, que las tensiones económicas derivadas del conflicto catalán podían contagiar a otros países y mencionó expresamente Portugal. Y dos, que España y Catalunya debían negociar para resolver esas tensiones.

Aquel mismo día, sólo unas horas después de la conferencia de Obstfeld, Carles Puigdemont intervenía en Barcelona ante el Parlament de Catalunya con un discurso en el que declaraba y suspendía la república en el intervalo de unos minutos. No era realmente el mejor día para que el mensaje del Fondo fuera bien recibido en Madrid. El FMI no es la hermanita de los pobres. Es una institución que recomienda y obliga a aplicar recetas de ajuste de difícil digestión para los gobiernos porque suelen ser impopulares. Pero esta vez el FMI no proponía ningún sacrificio. Lo que provocó la irritación de las autoridades españolas fue que utilizara el verbo “negociar”, un término que está en el lenguaje habitual de la institución y que llevaba implícita la sugerencia de negociación entre las partes. Y eso no era aceptable. Cuando al día siguiente los periodistas le pidieron a Obstfeld que concretara sus comentarios, el también exprofesor de Berkeley no abrió la boca.

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